La calle Gabler

Hemos visitado cientos de calles y muchas veces olvidamos que cada una de ellas tiene su propia historia, aunque siempre hayan unas más importantes que otras. Cuando llegué por primera vez a la calle Gabler, la observé como una más, pero poco a poco, al recorrerla e indagar en su entorno, fui encontrando la importancia que tuvo esta vía en los diferentes momentos de la historia.

Ubicación

La calle Gabler se encuentra en Lückendorf, un pueblo ubicado a 10 km de Zittau, la ciudad donde se encuentra la frontera de tres países: Alemania, República Checa y Polonia. A su vez, Lückendorf se halla entre Zittau (Alemania) y Podjestedí (República Checa) y por esta razón, se dispuso en ella la frontera entre estos dos países. El pago por cruzarla era obligatorio y su costo dependía de la persona, el medio de transporte y la mercancía que llevara consigo. En el lugar se encuentra, actualmente, el madero original de la puerta, con los precios indicados para cada caso; alcanzan a distinguirse la mayoría de ellos.

   

Historia

En la antigüedad fue una calle muy importante. Fue construida por Carlos IV, entre 1343 y 1357. Por ella atravesaron diversos personajes, entre ellos, Napoleón, en agosto de 1813. En 1848 se construyó la nueva calle Gabler, quedando la original como la antigua calle Gabler. En 1939 estuvo relacionada con el comienzo de la segunda guerra mundial y en 1945, al terminarse, pasaron por ella las fuerzas rojas y el ejército polaco hacia Praga. Entre 1946 y 1990 la frontera fue cerrada. En 1968 cruzaron por allí las fuerzas armadas rojas, rumbo a Praga, para la “primavera de Praga”. El 28 de octubre de 1990 se da la primera reapertura y a partir del primero de enero de 1995 fue permitido el paso de turistas, caminando o en bicicleta. Este año construyeron un piloto en madera (perdón, ya olvidé por qué).

   

Son muchas más las cosas que podría contarles sobre esta Gablerstrasse, que yendo de paso puede verse tan común, pero por la cual ha pasado casi toda la historia de su país. Pero creo que ha sido suficiente para hacerse una buena idea de lo que representa e incluso ponernos más atentos a la hora de enfrentarnos a cualquier vía, para no perdernos ningún detalle, como traté de hacerlo yo en la calle Gabler.